Cuando estuve frente a la ventana, me pude percatar que era una inofensiva mariposa que intentaba entrar a mi recamara y que intentando entrar se había lastimado una ala.
Abrí la ventana y la tomé en mis manos con delicadeza, no quería estropearla más de lo que ya estaba; la posé en uno de los palos del espaldar de la cama y mientras la miraba, mi mente se lleno de una danza de pensamientos:
Si fuera tú, llena de gracia, llena de tus colores y tuviera tus alas, volaría muy lejos, alcanzaría las estrellas y disfrutara de la inmensidad. Porque si fuera tú, fuera libre, no tendría que dar más razones a la existencia, no tendría que ver el mismo retrato todos los soles de mi vida.
Y mientras veía a esta pobre y herida mariposa trataba de entender por qué ella se había lastimado tanto por querer entrar a mí recamara, no logre encontrar explicación alguna.
La mariposa era hermosa, la más bella que había visto, en un instante llenó una noche de estruendo en una noche de estrellas porque por un instante mis crepúsculos habían desaparecido.
La mariposa abrió sus alas y se posó en mi piel cansada, me sentía tan feliz y despreocupada frente a las caricias de la visitante preanunciada, sin fantasmas al asecho, ni negras nubes en el cielo.
Con mirarte olvide la tristeza del viento solitario de esa madrugada, abrí la ventana, ya eran las 5 de la madrugada, hora en que el sol mostraba su rostro a quienes lo esperaban.
Saque mi mano y mientras el sol mostraba sus rayos, la mariposa visitante abría sus alas; vi la belleza colorida de sus alas abrir lista para la partida, observe como voló de mis manos hacia fuera de mis cuatro paredes solitarias, emprendiendo el vuelo majestuoso hacia esa naturaleza llena de pureza que mis ojos anhelaban.
Si fuera tú, llena de majestuosidad y belleza, siendo tal frágil pero a la vez tan osada, volaría sobre las aguas oscuras de mi pasado, dejando atrás penumbras in consumibles, insolubles recuerdos de dolor y soledad y danzaría por los vientos el baile de mi libertad.
Desde esa noche duermo con la ventana abierta, a la espera del regreso de mi mariposa visitante.